by SHELLY QUEJADA ROBINSON
Durante toda la vida hemos escuchado varias versiones acerca de los diferentes aspectos de nuestra historia, siempre nos han dicho que somos descendientes de esclavos africanos, algunos dicen que somos descendientes de leñadores jamaiquinos, en fin un sin número de cuentos e historias que muchas veces nos sorprenden y son motivo de orgullo; como lo que les voy a referir a continuación, ¿Sabías que en esta tan pequeña y hermosa isla en alguna época vivimos momentos de grandes glorias y alegrías por medio de la economía que era manejada por sus propios habitantes? teníamos nuestra propia moneda y prueba de ello reposa en la biblioteca personal del reconocido oftalmólogo e historiador raizal, Samuel Robinson, en ese tiempo no había quien metiera la mano, ni quien tomara decisiones por nuestros ancestros esa es la parte de nuestra historia que quiero hoy contar.
Sucedió en 1790 en el gobierno de Thomas Oneylle, personaje con un gran sentido de organización quien logro vida propia para el archipiélago, tranquilidad y bonanza para sus habitantes. Cabe anotar que Oneylle fue quien gestiono que fuéramos declarados como puerto menor en 1792 con exención de impuestos, viendo desde aquella época los inicios de lo que sería el puerto libre.
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Al principio se vendía el mil de coco en ocho pesos, a los pocos años se vendía en treinta pesos, cuando se abrió la fábrica de grasa, subió a mil pesos y luego a dos mil, en muy poco tiempo se paso de dos mil frutos a cuatro mil y en 1906 la producción llego a su máximo diecisiete millones de cocos de exportación, lamentablemente una plaga de ratas destruyo la mitad de los cultivos y lo peor era que se reproducían muy rápidamente, de los Estados Unidos enviaron un especialista para acabar con el mal, lo logro, pero por descuido regresaron las ratas y allí termino este fructífero renglón de nuestra historia.
Luego en 1871 se suspende la condición de puerto menor, ya que el gobierno comienza a meter la mano, cobrando impuestos de aduana muy altos, al desaparecer este privilegio, se fueron también todos esos barcos y goletas que traían y llevaban productos.
Espero que esta parte de la historia haya sido de su agrado y los invito que sigan visitando este blog, que nos mostrara cada día aspectos de nuestra historia que conocíamos pero a medias.
Siempre he pensado que el interes de saber quienes , donde y como era las cosas de nuestros antepasados hace interesante saber mas de lo nuestro por eso este tipo de informacion marca la diferencia para saber mas de nuestras costumbres que poco han estado plasmados en internet.
ResponderEliminarEs muy bueno que nos cuenten la historia asi, no es aburrido saber de estas cosas del pasado de la isla, Gracias a zaida y sus amigas que hacen esto posible.
ResponderEliminarA pesar que eran tiempos mas sencillos, sin la tecnologia actual, si que debieron ser mas felices y tranquilos estos tiempos de los que lei aqui, hasta me da nostalgia, lastima que nadie se halla inventado la maquinita del tiempo al menos para mirar por una ventanita como fue.
ResponderEliminarHey si me hubiera tocado esa época no me hubiera tocado nada facil, ya me veo bajando coco a la lata, jajajaja, en este sol y a pata pela jajaja ¿como serian las rumbas de esa epoca? por que me imagino que rumbas habia...??? averinguense ahi...
ResponderEliminarme gustaron mucho esas fotos
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